Isaías 10:26-27
Liberación, bendición y abundancia sólo son posibles mientras estamos avanzando en el propósito que Dios ha determinado para nuestras vidas. No podemos sentarnos a esperar una bendición que solo se obtiene cuando caminamos en nuestra asignación.
Mantener viva la llama del primer amor a nuestro Señor es un ejercicio constante en el cual debemos ocuparnos diariamente, pues el enemigo permanece al acecho tratando de distraer nuestra atención, desviarnos del propósito y cambiar nuestras prioridades.
Sin darnos cuenta descuidamos nuestra devoción y el amor se enfría. Dejamos de servir y adorar a Dios quedando estancados en una rutina que no nos permite crecer, ni ver bendición en nuestras vidas.
La unción del Espíritu Santo debe afectar todas las áreas de nuestras vidas mientras militamos en la fe, pues la Palabra asegura que solo la unción pudre el yugo, por tanto es necesario estar pegados a Dios y en Sus negocios para ser libres de cualquier atadura o estancamiento espiritual.