Por mas errores que hayamos cometido o tropiezos que hayamos tenido en nuestro andar con Cristo, el enemigo no podrá destruir lo que Dios ha comenzado en nuestras vidas.
Por más que el fuego ardió no consumió la zarza ante los ojos de Moises para enseñarle que el fuego no consumirá el propósito que Dios nos ha encomendado, porque Su misericordia está por encima de nuestro pecado, y no esto no por nosotros, sino por la sangre de Su hijo Jesús.