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PRG

Mateo 25:1-13

El profundo mensaje que encierra esta parábola narrada por Jesús debería predicarse con más frecuencia en nuestros tiempos, no solo por su impresionante aspecto escatologico, sino por la importante advertencia que nos deja.

Este escrito presenta dos tipos de creyentes, ambos muy similares, porque al hablar de virgenes quiere decir que ambas tenían santidad y ambas eran escogidas. Ambas estaban en el mismo lugar, en el mismo tiempo. Ambas tenían la misma fe y la misma esperanza, porque salieron juntas a buscar al esposo. Ambas tenían lámparas, es decir que Dios les había provisto ciertas cosas. Ambas caminaban en la misma dirección o tenían la misma doctrina, pero en realidad había una gran diferencia entre un grupo y otro. Esta misma diferencia divide la iglesia cristiana hoy, se trata del nivel de aceite o unción que cada una tenía.

Aunque todas las iglesias cristianas coincidan en las creencias básicas, hay una gran diferencia entre una iglesia sin unción y otra saturada del poder del Espíritu Santo. Una puede estar llena de religión y otra llena de unción. Sin aceite, no hay fuego, sin fuego no hay luz, y sin luz lo que hay es tinieblas. La inexistente relación con el Espíritu Santo de algunos creyentes, los ha condenado a caminar en tinieblas.

Los postreros días, son días violentos, la misma Biblia declara que en esta dispensación el reino de los cielos sufre violencia y solamente los violentos lo arrebatan. Si Jesús necesitó al Espíritu Santo para enfrentar al enemigo, tú también lo necesitarás para caminar en esta densa tiniebla que caracteriza los tiempos finales. Necesitaremos el fuego del Espíritu para que alumbre nuestro camino.     

La vírgenes insensatas hicieron lo mismo que las otras, pero con el corazón incorrecto, ellas no valoraron el aceite por eso el esposo dijo que no las conocía. Ellas habían despreciado al Señor, no había valorado Su presencia. Olvidaron lo más importante.

Hay una generación que ha aprendido a menospreciar la presencia del Espíritu Santo y Dios está disgustado con muchos pastores, que han enseñado al pueblo a blasfemar contra Él, un pecado que no será perdonado.

Quien quiera unión tiene que pagar un precio. Debemos cambiar nuestra actitud respecto a lo que hacemos mientras servimos a Dios, debemos estar seguros de que Dios sea la razón y motivo principal de todo lo que hacemos. Buscar Su presencia y la llenura de Su Espíritu en nuestras vidas debe ser nuestra verdadera motivación cada día.

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