PRG
Santiago 1:16
El orden de como están redactadas las sagradas escrituras tiene una razón de ser, y a veces una simple tilde tiene un significado muy poderoso. En el texto base de hoy hay un orden secuencial lo que Dios habla. Primero habla de buenas dádivas y luego de don perfecto. Son estados diferentes para revelarnos que lo bueno viene primero, pero lo perfecto es lo que le sigue. Si has recibido algo bueno departe de Dios, prepárate porque falta lo perfecto.
No hemos llegado a la perfección, pero estamos en camino, y el libro de Proverbios 4:18 sustenta este principio cuando dice “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”. Vamos en una senda que nos conduce a un dia de perfección en luz, en bendición, en gloria.
Lo que recibimos primero departe de Dios no es más que un vehículo que nos conduce al lugar de nuestra asignación. Antes de poseer la tierra prometida el pueblo de Dios saboreó un dulce racimo de uvas.
Lo que Dios te ha dado es solo el principio, pues lo perfecto te espera más adelante.
Por tanto debemos vivir llenos de esperanza de lo que vienen en el futuro, olvidando ciertamente lo que queda atrás me extiendo hacia delante, hacia el supremo llamamiento. Así caminó el apóstol Pablo en esta tierra y nosotros también debemos seguir sus pasos.
La dádiva es un regalo que no merecemos y recibimos por el favor de Dios cuando venimos a Él, pero el don perfecto se recibe por asignación divina. Es decir cuando estás en el lugar correcto de tu asignación, con el corazón correcto, con el carácter correcto y en la situación correcta. Allí el Señor te da lo perfecto.
Por eso Timoteo nos advierte “no descuides el don que recibistes por la imposición de manos” pues recibió el don perfecto cuando fue asignado a su llamado. Si entiendes que aun no eres lo que deberías ser, entonces no has llegado a lo perfecto, pero de que viene, viene.
Si pierdes lo bueno, no te deprimas ni te pongas ansioso, simplemente espera y permanece en el lugar de tu asignación cumpliendo el propósito al cual has sido llamado, porque el don perfecto vendrá.