Isaías 5:11-16

Todos los juicios divinos tienen una sola raíz, y esta es la autocomplacencia del hombre. Es cuando damos prioridad a nuestros deseos por encima de lo que Dios está demandando.

Esta fue la estrategia con la que satanás intentó hacer caer a Jesús en el desierto, sugiriéndole que saciara su hambre en medio del ayuno, pero Él reprendió diciendo; “Quítate, porque a tu Dios solamente adorarás y a Él le servirás”, ¡yo he venido a hacer la voluntad de mi Padre!. 

Es tiempo de complacer a Dios y no a nosotros mismos.

Cuando dejamos de cumplir la voluntad de Dios para satisfacer los apetitos de la carne, nos declaramos nuestros propios dioses. Si la iglesia o un individuo en particular se dedica a complacer sus deleites tiene como resultado que la  gloria de Dios se nos es retirada.

Hasta hoy la iglesia y muchos hijos de Dios han vivido un evangelio sin gloria como resultado de la autocomplacencia. Pero Dios seguirá usando el quebrantamiento hasta formar el carácter de Cristo en nosotros y volvamos a portar Su gloria que es imprescindible en esta dispensación, pues el avivamiento que viene es global y trae una visitación de la gloria de Dios como nunca antes se ha visto.

Es un avivamiento que necesitará hombres valientes dispuestos a darlo todo por Dios, por el evangelio y su causa. Hemos entrado en un proceso de depuración en la iglesia de Cristo. Unos estarán listos para ser arrebatados, pero otros pasarán la gran tribulación.

La buena noticia es que siendo nuestro Padre celestial la esencia del amor, cuando Su justicia demanda castigo, Su amor se siente dolido. Por eso el Creador nos dará múltiples oportunidades antes de ejecutar su sentencia. Aunque el enemigo vino a matar y destruir Dios no quiere que nadie perezca, pues vino a traer viva y vida en abundancia.

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