PRG
2 Samuel 6:9-15
Dios quiso enseñar a Su pueblo que no era inalcanzable ni lejano, sino que como Dios omnipresente podía habitar en cualquier lugar donde ellos fueran. Para esto les mandó a construir el arca del pacto que representaba Su presencia, para que lo recordaran cada vez que la vieran.
La Palabra de Dios declara que cuando vives para Él, el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende. El salmista decía ¿adónde huiré de tu presencia?, pues servimos a un Dios poderoso que está presente en toda Su creación. Doquiera que vayas la presencia de Dios irá contigo.
El arca del pacto contenía parte del maná con que Dios los alimentó en el desierto, para recordarles que Él es la provisión. La vara de Aarón que reverdeció que simbolizaba el poder sobrenatural de Dios. Las tablas de los mandamientos que significan las promesas de Dios vigentes hoy en nuestras vidas a través de Jesús, y dos ángeles en la tapa recordaban la presencia divina cubriendo nuestras vidas a través de Cristo.
La presencia de Dios en nuestras vidas tiene el poder de hacer huir al enemigo. Cuando llegas a un lugar, llega contigo la presencia y el poder de Dios. Somos vasijas de barro con un tesoro dentro que es el Espíritu Santo de Dios. Por eso decimos, mayor es el que está en mi que el que está en el mundo.
El arca iba rumbo al templo de David, pero se detuvo en la casa de Obed-edom, y esto significa que antes de que la gloria llegue a la iglesia debe llegar a nuestros hogares. Una iglesia llena de gloria está llena de gente que ya tienen unción en su casa.
Obed Edom no fue un gran profeta, sino un hombre simple, pero con tal entrega y devoción a Dios que atrajo Su presencia hasta su casa. Su testimonio impactó a muchos, pues cuando Dios le bendijo y prosperó, los demás quisieron experimentar esa misma gloria en sus casas.
Es nuestra responsabilidad buscar con diligencia cada día la presencia de Dios en nuestros hogares a través de nuestra devoción diaria. Cuando servimos a Dios con fidelidad, nuestro testimonio tiene el poder de impactar nuestro entorno y nuestra generación, e influenciar el destino de miles. Cuando la presencia de Dios llega a nuestra casa, trae con ella gozo, paz, prosperidad y bendición.