PRG
Números 21:5
Los Israelitas se rebelan una vez más contra su líder Moisés, esta vez reclamando que estaban hartos del maná, alimento que Dios proveía milagrosamente desde el cielo diariamente. Con esta acción el pueblo rechaza al Dios mismo, pues comenzaron a darle más valor al alimento que habían dejado en Egipto que al que Dios le estaba proveyendo en ese momento.
Y eso es exactamente lo que pasa con algunos cristianos, para quienes ya la salvación,ni Jesús, ni la vida eterna son suficiente, ahora exigen autoridad, quieren bendición, quieren prosperidad financiera, sin saber que esta actitud provoca la ira de Dios; yo he venido a decirte no cambies el pan del cielo por el pan de tierra.
Muchos olvidan a Dios tras recibir las bendiciones que vienen de Él, de repente cambian Su presencia por las cosas que Él da, cambian al que bendice por las bendiciones.
Satanás es el autor de esta filosofía, pues el libro de Isaías relata que Lucifer se paseaba en el esplendor del Creador, y de repente quita los ojos de Dios y los pone en el trono de Dios. Para él ya Dios no era suficiente, ahora quería reinar en su lugar.
Con esta misma artimaña el diablo logró engañar a Eva, diciéndole que podía ser como Dios en vez de disfrutar la creación que Dios acababa de poner en sus manos y la relación que tenían con el Padre celestial. Esaú cambió su primogenitura por un plato de lentejas, por eso Dios dijo a Jacob amé y a Esaú aborrecí.
En Juan 6 Jesús dijo a Sus discípulos “Yo soy el pan que vino del cielo, soy el maná, soy el sustento que Dios envió sobre tu alma”; en otras palabras estás de pie, no por lo que alimenta tu estómago, sino por el pan del cielo que alimenta tu espíritu que es Jesús. Lo espiritual siempre será más valioso que lo terrenal.
Cuando el hijo prodigo entendió que lo material se había terminado, entendió que había cometido un gran error. Corrió a los brazos del padre para recibir perdón y restaurar su relación con quien le había bendecido. Y lo mismo puedes hacer hoy si te has alejado de tu Padre celestial, Él te espera con los brazos abiertos.
Trabajemos por el pan de vida, no sigamos a Jesús por los panes y los peces, sino por quien Él es. En el reino de Dios no prosperamos porque buscamos la prosperidad, sino por seguir y serle fiel a quien prospera.