Hechos 27: 40- 45
La palabra de Dios compara la vida cristiana con las embarcaciones que andan en la mar, por eso en el libro de Timoteo dice que algunos de los primeros creyentes naufragaron en su fe. Todos debemos saber que quien ha nacido de nuevo tendrá que enfrentar tormentas en la vida, pues Jesús advirtió que en el mundo tendríamos aflicción.
Serán la fe y la confianza en Dios lo que nos hará vencer al mundo, pues así como el Leviatán asecha bajo la superficie del mar anda el príncipe de este mundo buscando a quien devorar. Algunos naufragan en medio de la tormenta porque en medio de la tempestad abandonan la su fe. El enemigo con astucia da pasos sigilosos que nos hacen desfallecer y debemos estar atentos a sus embates para asirnos con mayor fuerza al capitán de nuestra nave.
El Salmo 107:23 establece un principio muy interesante asegurándonos que Dios no nos deja a la deriva, y que en medio de la tormenta nos llevará a puerto seguro, pues estas tormentas no tienen el objetivo de que naufragues, El permite esas adversidades para llevarnos a un lugar mejor. Nuestras tribulaciones no son más que la forma de Dios empujarnos hacia lo mejor de nuestras vidas.